Tengo el privilegio de vivir a unos 30 minutos de las Lagunas de Ruidera, un milagro de agua en las secas llanuras manchegas. Eso me permite dedicar muchos domingos a pasear por sus orillas. Lo hago habitualmente desde septiembre hasta mayo. Me tomo un descanso durante el verano y así me evito ver la invasión que sufre este parque natural durante el verano y los daños que les ocasiona el turismo descontrolado, insostenible e inconsciente.
Este domingo he vuelto después de tres meses. He iniciado mi paseo en la antigua central eléctrica de Santa Elena, junto a la laguna Colgada y he recorrido las orillas de las lagunas Batana, Santos Morcillo, Salvadora y Lengua por el camino de la margen derecha. Es un recorrido relajado y delicioso, alejado del ruido de los coches y motos del otro lado.
Esta presentación es un breve resumen de mi primer paseo de la temporada y una invitación a recorrerlas a pie o en bici, de manera respetuosa.
